De Anna Wintour se sabe casi todo,( y no bueno precisamente) es egocéntrica y su batuta de hierro la hacen ganarse la antipatía de muchos diseñadores. Disfruta sintiéndose importante. Sigue siendo la más (porque yo lo valgo...). En una visita al taller parisino de Jean Paul Gaultier, menospreció parte de su colección con un despectivo '¿acaso piensas presentar esto en el desfile?' El ex director artístico de Hermès, considerado uno de los grandes herederos de la alta costura, agachó las orejas y tiró al cubo de la basura el modelo despreciado por una mujer a la que aún le escuece el personaje cinematográfico de 'El diablo viste de Prada' inspirado en su persona. Wintour tiene sus preferidos. Rara vez cuestiona a Prada -su diseñadora favorita-, elogia a Óscar de la Renta en cuanto puede y le encanta colocar a sus protegidos. Mango encargó una colección a un jovencísimo diseñador americano sólo porque a ella le parecía interesante. Más sorprendente es la permanente defensa que hace de uno de sus principales protegidos. El melancólico Olivier Theyskens encadena fracasos tras salir por la puerta de atrás de Rochas y Nina Ricci. Por no hablar de sus exigencias. En las portadas de 'Vogue' sólo aparecen mujeres delgadas. ¿Por qué? Porque lo dice ella. Hillary Clinton, la mujer del expresidente estadounidense, cumplió su sueño de saltar a las páginas de la revista más influyente cuando dejó de usar trajes azul marino. ¿Por qué? Porque así se lo exigió "Terremoto Wintour'.
Pasa el tiempo pero hay figuras a las que es imposible remplazar. Una de ellas es Anna Piaggi. Manolo Blahnik la considera la «última gran autoridad» de la moda. Aunque cada vez encuentra más competencia en Anna dello Russo, cada aparición suya despierta controversia con sus alocados sombreros. Nunca ha sido vista dos veces con el mismo atuendo. Ella impone las normas. Sólo trabaja desde casa, sigue aporreando las teclas de una vieja Olivetti de color rojo de finales de los sesenta y en París sólo acude a los desfiles de los modistas italianos y Dior. Curiosamente, con un bolso de Chanel colgado del brazo. Nunca de otra firma. Así que se la acepta como es. Licenciada en Historia del Arte, a la jefa de 'Vogue Japón', Anna dello Russo, se la distingue por sus 'looks' tan excéntricos como copiados.
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